Hace ya algún tiempo, me topé con un pequeño cuento corto de
Isaac Asimov, un relato nada pretencioso de no más de 3 cuartillas, pero que
presentaba un escenario fantásticamente divertido en la ciencia ficción.
Simplemente, en 1969, el más grande exponente de la ciencia ficción,
ya estaba proponiendo… ¡El regreso a las obsoletas tecnologías analógicas!
El cuento se llama “El Dispositivo Holmes-Ginsbook” y relata
como dos físicos, diseñan un dispositivo que no requiera de un visor o
permanecer encorvado frente a una pantalla para poder leer o ver fotografías, que
no desgaste la vista y este disponible para todo el mundo. Después de intentar
varias soluciones que resultan poco prácticas, uno de ellos propone un
acercamiento tridimensional al problema, apilando hojas de papel una encima de
otra para lograr un artefacto portable.
El dispositivo Holmes-Ginsbook, les merece a los inventores un premio
Nobel, se convierte en un artículo de consumo común en todos los hogares, y
para hacer el nombre corto, la gente empieza a llamarlo simplemente “Book” (Libro).
Este cuento, llego a mis manos en el 2000, nueve años después
de que saliera al mercado el primer iPod, lo leí digitalmente en una HP Jornada
548, un dispositivo que permitía, ver videos, leer e-books, escuchar música,
trabajar documentos, jugar con algunas aplicaciones hechas en flash player, y con una inversión extra de unos 25 dólares, inclusive podía tomar y almacenar fotos digitales
de razonable calidad. No necesito decir, que me hizo mucha gracia el concepto
de una vuelta a lo analógico en pleno inicio del boom del contenido digital.
Hoy parece que el romance con la conveniencia de lo digital está
terminando, muchos fotógrafos sienten que la nitidez, claridad y perfección de
lo digital y que el capturar una imagen en un solo click, sin retoques o post producción
en Photoshop, les da resultados más que sienten más personales. En la música,
el 2016, la RIAA reporto un 9,6% de mayores
ingresos en Estados Unidos por la venta de discos de vinilo que por descargas
digitales, otra vez, los motivos son sensoriales, Igual pasa con los libros,
por tercer año consecutivo, la Association of American Publishers, reporta
crecimiento en la venta de libros impresos y una disminución en la venta de libros
digitales.
A donde se mire, los obsoletos objetos analógicos están volviendo
y presentando mejores ganancias que sus versiones digitales. Cuadernos, lápices,
cámaras fotográficas, juegos de mesa, Incluso Google, el gigante tecnológico,
le pide a sus diseñadores, que al menos durante la primer etapa de sus
proyectos, propongan sus ideas plasmadas con pluma sobre papel, al parecer,
esto da como resultado mejores ideas que las que se proponen desde el inicio en
la pantalla.
Curiosamente, uno pensaría que el motor de esto, es la
nostalgia por lo antiguo, pero los principales impulsores de este cambio, están
siendo los milenials. Las generaciones que están redescubriendo estas tecnologías,
son las que nunca tuvieron un tornamesa para tocar discos, y que encuentran
fascinante que una aguja rozando una simple superficie de plástico, pueda
reproducir sonidos tan fieles. Más que una tecnología, están descubriendo como
una actividad simple, como leer un libro, se convierte en algo muy sensorial, están
comprando libros porque estimulan casi todos los sentidos, el olor dulzón del
papel y el pegamento, la vista del diseño de la portada, el peso de las páginas
y el sonido que estas hacen al cambiarlas.
Lo analógico, presenta un canal ideal para la interacción de
las personas, la dinámica de un profesor dando clases en un salón físico, ha
sido resilente a la educación digital, probando que es más efectiva con el
estudiante. Lo digital es fantástico para transmitir información pura, pero no
supera la relación del profesor con los alumnos o la de estos con sus
compañeros. Lo digital tiene una lógica binaria encerrada en un espacio
discreto que dentro de sus acotaciones, ignora la complejidad del vivir en un mundo
real y todos sus matices. Si bien, la construcción de relaciones que hemos
hecho por medio de las redes sociales, es una ventaja que nos permite comunicarnos
con familiares, amigos o seguidores de manera rápida y eficaz, compartiendo ideas,
actividades o sentimientos, pero que también nos priva los otros sentidos.
Por primera vez, estamos ante la decisión de como equilibrar
el mundo digital con el analógico, pues el mundo digital, ha probado ser
demasiado intrusivo con nuestra privacidad. Estamos dando un paso al frente en
lo que respecta a equilibrar nuestra relación con la tecnología y entre
nosotros mismos.
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